Apartamento
2ºB – Salón (de madrugada).
-
Bueno, yo me voy a dormir – anunció Deuce.
-
De acuerdo, Buenas noches – le respondió Suzu, ya
que Robbie se había tumbado en el sillón con la cabeza contra la almohada y no
podía hablar.
Se escuchó como el chico moreno cerraba la
puerta de su cuarto y Suzu se sentó en el pequeño sofá que había al lado de
donde estaba su amigo. Robbie estaba hecho polvo. Sabía que July se tomaría su
tiempo hasta que las cosas volvieran a la normalidad. Como cada vez que se
peleaban. Pero esperaba que con la llegada de su hermana al menos, se le
enfriara un poco el disgusto.
La presentación con Katia había sido algo
incómoda e improvisada, pero a pesar de eso, habían podido ver que la hermana
de July era una chica con personalidad. Aunque su corte de pelo, ya dijera de
por sí que tenía personalidad. No era como Robbie se imaginaba a los hermanos
de July. Siempre había descrito a su familia, como la típica familia rica
inglesa creyente y conservadora. Ella un día se hartó de ese rollo y empezó a
peinarse diferente, a vestirse diferente y a sacar unas notas bastante
diferentes. Sus padres hasta le tenían miedo. Pero que burbuja pasivo-agresiva
estalló cuando July dijo que se iba a vivir con
tres chicos a la otra punta del país. Eso fue demasiado hasta el
honorable señor Van Der Bath.
-
Tío, ¿sigues vivo? – le dijo Suzu sacándole de sus
ensoñaciones.
-
Eso creo.
-
Tranquilo, sabes que se le pasará.
-
Lo sé, pero aún así desearía no haberlo hecho –
Robbie levantó la cara del cojín y se sentó apoyando los pies en la mesilla.
-
Tío, ya se que te mola July y todo eso pero
controla tus instintos animales.
-
¡El niñato ese es gilipollas, no escuchaste lo que
decía! Realmente se merecía lo que le hice. July no debería estar con alguien
así.
-
Robbie, tranquilo. El chaval es gay.
-
¿Qué?
-
Es lo que intentaba decirte Jack antes de que
fueras a pegarle.
Robbie se quedó en blanco y se dio cuenta de
lo imbécil que era. Había cometido una tontería del tamaño de un edificio, que
no hubiera hecho si se hubiera parado un momento a escuchar. Se dejó caer y volvió a enterrar la cara en el cojín soltando
un sutil: <<Mieeerrrdaaaa…>>. Suzu le dio unas palmaditas en la
espalda y se fue a prepararse algo de comer.
Apartamento
2ºB – Habitación de July (de madrugada).
Katia asomó la cabeza por la puerta del baño,
todavía envuelta en la toalla de ducha. Veía a su hermana sentada en la cama
leyendo una libreta con partituras, haciendo anotaciones de vez en cuando.
Parecía triste. O enfadada. O las dos cosas. El caso es que detestaba verla
así. Antes de que entraran la había oído discutir con alguien, identificó la
voz del chico rubio. Robbie. Guapo, moreno y con un pelazo. Malillo. Perfecto
para su hermana. Pero a ella le habían gustado más cualquiera de los otros dos.
De todas formas, se repetía a sí misma que tenía que echar el freno. Solo tenía
quince años. Se apretó la toalla y se sentó al lado de su hermana.
-
¿Qué haces? – le dijo Katia mirando la partitura.
-
Corrijo algunas canciones – July la miró
sonriendo, pero no era una sonrisa de verdad.
-
No – dijo la pequeña -, tú crees que estás
corrigiendo algunas canciones. Pero en realidad estás comiéndote el coco con
ese chico con el que te has peleado antes.
-
Eh, un respeto, canija.
-
Canija. Pero soy más alta que tú.
-
Calla.
-
Venga – Katia se impacientaba – cuéntame lo que ha
pasado.
-
Está bien – July le contó todo lo de la playa, lo
que ella había creído sentir. Todo lo que pasó hace un año o dos. Le contó todo
lo que pasaba en el grupo. Y luego volvió a hacer énfasis en lo de la playa.
-
Y no sabes por qué pegó a ese chico – asimiló
Katia.
-
Exacto.
-
Oh, joder, July. Solo tú podrías no darte cuenta
de algo así.
-
A ver, por qué dices que es – dijo July cruzándose
de brazos y mirando desafiante a su hermana.
-
¡PORQUE LE GUSTAS IMBÉEEECIL!
July se apresuró a lanzarse sobre su hermana
y taparle la boca. Con ese grito seguro que había despertado a todos los
vecinos, que ya les tenían suficiente manía. Entonces se paró a pensar en lo
que había dicho Katia. Ella no le gustaba a Robbie. Lo tenía claro. Katia
seguía sus fantasías de adolescente, era normal. Sin embargo, algo dentro de
ella le decía que la hiciera caso. Y entonces empezó a sentirse mal por haber
regañado tanto al chico antes. Se había pasado.
-
Creo que voy a hablar con él.
Apartamento
2ºB – Pasillo (de madrugada).
July se removía inquieta ante la puerta de
Robbie. Ya había llamado dos veces. Katia observaba la escena con un ojillo
desde la puerta entornada de la habitación de su hermana. Sabía que si el chico
tardaba en salir mucho más, ella se marcharía, pero estaban de suerte. Entonces
se abrió la puerta. Robbie abrió con cara soñolienta y despeinado. Y sin
camiseta. Katia vio como a su hermana no se le subían los colores
irremediablemente y tuvo que reprimir una risita. July preguntaba que si podía
pasar un momento y se iban dentro. No no no, entonces no podría verlos. Seguro
que la perra de su hermana lo había hecho a propósito. En cuanto se cerró la
puerta, Katia fue corriendo a apoyar la cara en la puerta para escuchar mejor,
pero se chocó con alguien que también iba a cotillear. La empujó sin querer y
estuvo a punto de caerse al suelo, cosa que hubiera estropeado el ambiente que
tenían ahí dentro seguro. Entonces el chico de pelo lila con el que se había
chocado le cogió la mano para que no se cayera, y sin darle más importancia,
los dos se pusieron a escuchar. A Katia le sorprendió que no le dijese nada, a
lo mejor estaba acostumbrado a escuchar detrás de las puertas con más gente. La
chica sonrió sin poder evitarlo. Y después puso toda su atención en lo que
pasaba dentro del cuarto.
Apartamento
2ºB – Cuarto de Robbie (de madrugada).
July pasó dentro algo incómoda y vio como su
amigo se sentaba en la cama y la miraba. No la miraba de ninguna forma
especial. Simplemente la miraba. July fue paseando disimuladamente los ojos por
el torso desnudo de Robbie sin poder evitarlo. Y conforme más miraba más
recordaba aquella noche. Y más nerviosa se ponía.
-
Bueno – Robbie la sacó de sus pervertidos
pensamientos –, no es que me moleste que estés aquí (para nada), pero seguro
que has venido por algo.
-
Ah, sí – July se puso roja -. Creo…
creoqueantesmehepasadocontigo – dijo en voz bajita.
-
¿Qué? – dijo Robbie divertido.
-
Ya lo has oido.
-
La verdad es que no he entendido nada.
-
Que creo que antes me he pasado contigo – July
sonreía también. Observó la sonrisa perfecta de Robbie. Era muy guapo. Y su
corazón en ese momento iba a mil, cuando seguro que el de él iba como la seda.
Mierda, le gustaba mucho.
-
¿Y eso es todo?
-
¿Cómo? – preguntó July, confusa.
-
¿No vas a hacer nada para compensarme? – dijo
Robbie, traviesamente.
-
Date una ducha de agua fría – le respondió July
con una carcajada y dándose la vuelta para marcharse.
Pero entonces, Robbie se levantó y tiró de su
mano con firmeza, atrayéndola hacia él. El corazón de July dio un vuelco cuando
lo notó, y por un momento no supo qué estaba pasando. Hasta que se dio cuenta
de que estaba entre los brazos del rubio y que él la estrechaba con fuerza. ¿Un
abrazo?
Apartamento
2ºB – Pasillo (de madrugada).
-
¿Y ahora que coño pasa, por qué no se escucha
nada? – preguntó Katia susurrando.
-
No tengo ni idea – le respondió Suzu de la misma
forma.
-
¿Crees que se estarán…? – Katia paró hablar un
momento.
Alzó la vista hacia el chico, que… como
decirlo… estaba mirando donde no debía. Entonces fue cuando ella cayó en la
cuenta de que seguía con la toalla de la ducha. Enrojeció violentamente y se
fue corriendo al cuarto de July, cerrando luego con pestillo, para cambiarse.
Todavía en el pasillo, Suzu se facepalmeaba.
¿Cómo había podido mirar a una cría de quince años? Joder, por muy guapa que
fuera. Se sentía extremadamente pederasta. Y encima ella se había asustado.
Vaya una primera impresión se habría llevado. Pero es que mira que salir con la
toallita tan alegremente… Nada, era culpa suya. Bueno, ya que estaba allí
escucharía. ‘’Soy una maruja’’, pensaba.
Apartamento
2ºB – Cuarto de Robbie (de madrugada).
El corazón de July iba a mil por hora. Robbie
le acariciaba la espalda sin soltarla ni un momento, ni podía verle la cara.
Ella cerró los ojos un momento y se apoyó en su pecho correspondiendo al abrazo
a medias. La piel de su pecho tenía esa magia, ese olor tan característico. Conforme
iban pasando los segundos, más a gusto de encontraba, olía tan bien. Y tenía
ese calorcillo tan agradable. No podía controlar su mente. Pasaban tantas cosas
por ella. Y agradeció al cielo que el chico entonces no llevara camiseta.
-
Oye, pitufa, no te enfades más conmigo, ¿de
acuerdo?
-
Está bien.
Entonces él la soltó y a July le invadió una
pequeña sensación de frío. Un escalofrío recorrió su espalda de arriba abajo y
sonrió tontamente, igual que él. Después se dio la vuelta para marcharse,
exactamente igual que hacía unos segundos. Mientras lo hacía deseó mentalmente
y con todas sus fuerzas que la parase otra vez, pero no pasó nada. Nada. Llegó
a la puerta con el corazón a mil. Antes de abrir se escuchó como si alguien que
hubiera estado en la puerta corriera a su cuarto al ir a salir ella, pero no le
dio importancia, en ese momento estaba en una nube.
-
Buenas noches – le dijo a Robbie sonriendo.
-
Que duermas bien – respondió de igual forma el
chico, sentándose en la cama.
July abrió la puerta y justo se cerraba la de
Suzu. No le dio importancia de nuevo, y fue a su cuarto, tenía que hablar con
Katia. Porque no sabía lo que acababa de pasar, pero se había dado cuenta de
algo mucho más fuerte. Robbie la hacía sentir algo. Algo que hacía mucho tiempo
que no sentía. Benditas Mariposas.