domingo, 30 de septiembre de 2012

Cuatro Billetes Manchados de Sangre 4


Apartamento  2ºB – Salón (de madrugada).
-          Bueno, yo me voy a dormir – anunció Deuce.
-          De acuerdo, Buenas noches – le respondió Suzu, ya que Robbie se había tumbado en el sillón con la cabeza contra la almohada y no podía hablar.

Se escuchó como el chico moreno cerraba la puerta de su cuarto y Suzu se sentó en el pequeño sofá que había al lado de donde estaba su amigo. Robbie estaba hecho polvo. Sabía que July se tomaría su tiempo hasta que las cosas volvieran a la normalidad. Como cada vez que se peleaban. Pero esperaba que con la llegada de su hermana al menos, se le enfriara un poco el disgusto.

La presentación con Katia había sido algo incómoda e improvisada, pero a pesar de eso, habían podido ver que la hermana de July era una chica con personalidad. Aunque su corte de pelo, ya dijera de por sí que tenía personalidad. No era como Robbie se imaginaba a los hermanos de July. Siempre había descrito a su familia, como la típica familia rica inglesa creyente y conservadora. Ella un día se hartó de ese rollo y empezó a peinarse diferente, a vestirse diferente y a sacar unas notas bastante diferentes. Sus padres hasta le tenían miedo. Pero que burbuja pasivo-agresiva estalló cuando July dijo que se iba a vivir con  tres chicos a la otra punta del país. Eso fue demasiado hasta el honorable señor Van Der Bath.

-          Tío, ¿sigues vivo? – le dijo Suzu sacándole de sus ensoñaciones.
-          Eso creo.
-          Tranquilo, sabes que se le pasará.
-          Lo sé, pero aún así desearía no haberlo hecho – Robbie levantó la cara del cojín y se sentó apoyando los pies en la mesilla.
-          Tío, ya se que te mola July y todo eso pero controla tus instintos animales.
-          ¡El niñato ese es gilipollas, no escuchaste lo que decía! Realmente se merecía lo que le hice. July no debería estar con alguien así.
-          Robbie, tranquilo. El chaval es gay.
-          ¿Qué?
-          Es lo que intentaba decirte Jack antes de que fueras a pegarle.

Robbie se quedó en blanco y se dio cuenta de lo imbécil que era. Había cometido una tontería del tamaño de un edificio, que no hubiera hecho si se hubiera parado un momento a escuchar. Se dejó  caer y volvió a enterrar la cara en el cojín soltando un sutil: <<Mieeerrrdaaaa…>>. Suzu le dio unas palmaditas en la espalda y se fue a prepararse algo de comer.

Apartamento 2ºB – Habitación de July (de madrugada).
Katia asomó la cabeza por la puerta del baño, todavía envuelta en la toalla de ducha. Veía a su hermana sentada en la cama leyendo una libreta con partituras, haciendo anotaciones de vez en cuando. Parecía triste. O enfadada. O las dos cosas. El caso es que detestaba verla así. Antes de que entraran la había oído discutir con alguien, identificó la voz del chico rubio. Robbie. Guapo, moreno y con un pelazo. Malillo. Perfecto para su hermana. Pero a ella le habían gustado más cualquiera de los otros dos. De todas formas, se repetía a sí misma que tenía que echar el freno. Solo tenía quince años. Se apretó la toalla y se sentó al lado de su hermana.

-          ¿Qué haces? – le dijo Katia mirando la partitura.
-          Corrijo algunas canciones – July la miró sonriendo, pero no era una sonrisa de verdad.
-          No – dijo la pequeña -, tú crees que estás corrigiendo algunas canciones. Pero en realidad estás comiéndote el coco con ese chico con el que te has peleado antes.
-          Eh, un respeto, canija.
-          Canija. Pero soy más alta que tú.
-          Calla.
-          Venga – Katia se impacientaba – cuéntame lo que ha pasado.
-          Está bien – July le contó todo lo de la playa, lo que ella había creído sentir. Todo lo que pasó hace un año o dos. Le contó todo lo que pasaba en el grupo. Y luego volvió a hacer énfasis en lo de la playa.
-          Y no sabes por qué pegó a ese chico – asimiló Katia.
-          Exacto.
-          Oh, joder, July. Solo tú podrías no darte cuenta de algo así.
-          A ver, por qué dices que es – dijo July cruzándose de brazos y mirando desafiante a su hermana.
-          ¡PORQUE LE GUSTAS IMBÉEEECIL!

July se apresuró a lanzarse sobre su hermana y taparle la boca. Con ese grito seguro que había despertado a todos los vecinos, que ya les tenían suficiente manía. Entonces se paró a pensar en lo que había dicho Katia. Ella no le gustaba a Robbie. Lo tenía claro. Katia seguía sus fantasías de adolescente, era normal. Sin embargo, algo dentro de ella le decía que la hiciera caso. Y entonces empezó a sentirse mal por haber regañado tanto al chico antes. Se había pasado.

-          Creo que voy a hablar con él.

Apartamento 2ºB – Pasillo (de madrugada).
July se removía inquieta ante la puerta de Robbie. Ya había llamado dos veces. Katia observaba la escena con un ojillo desde la puerta entornada de la habitación de su hermana. Sabía que si el chico tardaba en salir mucho más, ella se marcharía, pero estaban de suerte. Entonces se abrió la puerta. Robbie abrió con cara soñolienta y despeinado. Y sin camiseta. Katia vio como a su hermana no se le subían los colores irremediablemente y tuvo que reprimir una risita. July preguntaba que si podía pasar un momento y se iban dentro. No no no, entonces no podría verlos. Seguro que la perra de su hermana lo había hecho a propósito. En cuanto se cerró la puerta, Katia fue corriendo a apoyar la cara en la puerta para escuchar mejor, pero se chocó con alguien que también iba a cotillear. La empujó sin querer y estuvo a punto de caerse al suelo, cosa que hubiera estropeado el ambiente que tenían ahí dentro seguro. Entonces el chico de pelo lila con el que se había chocado le cogió la mano para que no se cayera, y sin darle más importancia, los dos se pusieron a escuchar. A Katia le sorprendió que no le dijese nada, a lo mejor estaba acostumbrado a escuchar detrás de las puertas con más gente. La chica sonrió sin poder evitarlo. Y después puso toda su atención en lo que pasaba dentro del cuarto.

Apartamento 2ºB – Cuarto de Robbie (de madrugada).
July pasó dentro algo incómoda y vio como su amigo se sentaba en la cama y la miraba. No la miraba de ninguna forma especial. Simplemente la miraba. July fue paseando disimuladamente los ojos por el torso desnudo de Robbie sin poder evitarlo. Y conforme más miraba más recordaba aquella noche. Y más nerviosa se ponía.

-          Bueno – Robbie la sacó de sus pervertidos pensamientos –, no es que me moleste que estés aquí (para nada), pero seguro que has venido por algo.
-          Ah, sí – July se puso roja -. Creo… creoqueantesmehepasadocontigo – dijo en voz bajita.
-          ¿Qué? – dijo Robbie divertido.
-          Ya lo has oido.
-          La verdad es que no he entendido nada.
-          Que creo que antes me he pasado contigo – July sonreía también. Observó la sonrisa perfecta de Robbie. Era muy guapo. Y su corazón en ese momento iba a mil, cuando seguro que el de él iba como la seda. Mierda, le gustaba mucho.
-          ¿Y eso es todo?
-          ¿Cómo? – preguntó July, confusa.
-          ¿No vas a hacer nada para compensarme? – dijo Robbie, traviesamente.
-          Date una ducha de agua fría – le respondió July con una carcajada y dándose la vuelta para marcharse.

Pero entonces, Robbie se levantó y tiró de su mano con firmeza, atrayéndola hacia él. El corazón de July dio un vuelco cuando lo notó, y por un momento no supo qué estaba pasando. Hasta que se dio cuenta de que estaba entre los brazos del rubio y que él la estrechaba con fuerza. ¿Un abrazo?

Apartamento 2ºB – Pasillo (de madrugada).
-          ¿Y ahora que coño pasa, por qué no se escucha nada? – preguntó Katia susurrando.
-          No tengo ni idea – le respondió Suzu de la misma forma.
-          ¿Crees que se estarán…? – Katia paró hablar un momento.

Alzó la vista hacia el chico, que… como decirlo… estaba mirando donde no debía. Entonces fue cuando ella cayó en la cuenta de que seguía con la toalla de la ducha. Enrojeció violentamente y se fue corriendo al cuarto de July, cerrando luego con pestillo, para cambiarse.

Todavía en el pasillo, Suzu se facepalmeaba. ¿Cómo había podido mirar a una cría de quince años? Joder, por muy guapa que fuera. Se sentía extremadamente pederasta. Y encima ella se había asustado. Vaya una primera impresión se habría llevado. Pero es que mira que salir con la toallita tan alegremente… Nada, era culpa suya. Bueno, ya que estaba allí escucharía. ‘’Soy una maruja’’, pensaba.

Apartamento 2ºB – Cuarto de Robbie (de madrugada).
El corazón de July iba a mil por hora. Robbie le acariciaba la espalda sin soltarla ni un momento, ni podía verle la cara. Ella cerró los ojos un momento y se apoyó en su pecho correspondiendo al abrazo a medias. La piel de su pecho tenía esa magia, ese olor tan característico. Conforme iban pasando los segundos, más a gusto de encontraba, olía tan bien. Y tenía ese calorcillo tan agradable. No podía controlar su mente. Pasaban tantas cosas por ella. Y agradeció al cielo que el chico entonces no llevara camiseta.

-          Oye, pitufa, no te enfades más conmigo, ¿de acuerdo?
-          Está bien.

Entonces él la soltó y a July le invadió una pequeña sensación de frío. Un escalofrío recorrió su espalda de arriba abajo y sonrió tontamente, igual que él. Después se dio la vuelta para marcharse, exactamente igual que hacía unos segundos. Mientras lo hacía deseó mentalmente y con todas sus fuerzas que la parase otra vez, pero no pasó nada. Nada. Llegó a la puerta con el corazón a mil. Antes de abrir se escuchó como si alguien que hubiera estado en la puerta corriera a su cuarto al ir a salir ella, pero no le dio importancia, en ese momento estaba en una nube.

-          Buenas noches – le dijo a Robbie sonriendo.
-          Que duermas bien – respondió de igual forma el chico, sentándose en la cama.

July abrió la puerta y justo se cerraba la de Suzu. No le dio importancia de nuevo, y fue a su cuarto, tenía que hablar con Katia. Porque no sabía lo que acababa de pasar, pero se había dado cuenta de algo mucho más fuerte. Robbie la hacía sentir algo. Algo que hacía mucho tiempo que no sentía. Benditas Mariposas.

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