martes, 29 de mayo de 2012

Ascensor Capitulo 1


-3ºA-

Julia se despierta sobresaltada por el temblor característico de su boque, que está situado encima de un carril de metro especialmente brusco. Se yergue en la cama y se frota los ojos con las manos, hace años que no utiliza despertador. Se levanta con cuidado de no darse contra el techo, hundido en esa parte del cuarto por el hueco de la escalera. Vive en un tercero, el piso más alto de su edificio, más concretamente en el 3ºA. Es un lugar bastante cutre pero no está mal, hasta tiene ascensor, pero lo pusieron después de que la abuelita minusválida del segundo se lo exigiera al ayuntamiento. Ahora solo es otro temblor más, ya que la ancianita murió el año pasado.

Julia se dirige hacia su armario y se pone unos vaqueros de pitillo normales y la camiseta de The Sex Pistols de su hermano mayor. Se lava los dientes y se peina un poco. Cuando termina de abrocharse las converses azules se va al salón y se sienta en un sillón color Burdeos. Piensa que va a ser otro domingo solitario ya que sus padres trabajan constantemente y todos los días de la semana. Se asoma a la ventana que da al patio para tomar un poco de aire y se fija en la ventana de en frente. Siempre está abierta la ventana del 3ºB. Allí vive un chico de su edad con sus padres desde hace poco más de dos años. El 3ºB era igual que su casa en la arquitectura, solo que donde estaba el cuarto de Julia en el otro piso estaba la habitación de coladas. Lo sabía porque el día que llegaron, su madre fue a cotillear.

En ese momento pasa por la ventana el chico de los vecinos. Es rubio intenso, no como ella que tiene un rubio cenizo más apagado. Tiene los ojos grandes y una sonrisa perfecta. Mira como se prepara unos cereales y se da cuenta de que en realidad, nunca ha hablado con él. Va a un instituto privado en la alto de la colina y ella va a uno público cerca de la plaza. Pero ahora no le apetecía pensar en los estudios. Pega un brinco cuando el chico gira la  cabeza y la mira divertido. Se pone colorada y se aleja de la ventana a toda prisa. Va a su cuarto y después de estar un rato diciéndose lo tonta que es mira en la puerta y ve una mochila vieja con una nota: <<Julia, cuando te despiertes baja esto al contenedor del rellano, Te quiere, Mamá>>.

-3ºB-

Ross mira nervioso el techo de su habitación. Hace horas que está vestido, pero no tiene nada que hacer. No ha dormido en toda la noche y no sabe por qué. Pero está muy inquieto. Hace una vista panorámica de su cuarto: una mesa de escritorio con un montón de papeles rayados de grafito, una pared llena de pósters de Maroon 5, un armario con toda la ropa desordenada y una cama con sábanas de Los Vengadores. Sí, es muy aficionado a los súper héroes, pero lejos de avergonzarse, se siente orgulloso de su colección de Superman o Batman.

Se levanta de un salto y va hacia la cocina. En la mesa ve un papelito adhesivo rosa chillón con la letra garabateada de su padrastro, Marcos. ¿Qué querrá ahora ese impresentable? Realmente no le cae nada bien ese hombre. No solo se habían mudado a España por su culpa, sino que trata a su madre como si estuvieran solos, únicamente con el fin de molestarle a él. Y sí, le molesta. Le cae muy mal. El posit dice: <<Chico, me llevo a tu madre un par de horas para estar solos, pórtate bien y no toques mis cosas, Marcos>>. Ross aún puede escuchar la irritante risa de la persona en la que ese señor ha convertido a su madre. Pero no piensa quedarse parado.

Coge su mochila del instituto y vacía los libros encima de la cama. Vuelve a la cocina y se para un momento en la ventana que da al patio. La chica de los vecinos lo está mirando. Pasan unos segundo en los que la chica está en la luna de Valencia y luego reacciona y se pone colorada. Ross sonríe ante la situación, le parece muy divertida. Ya sabe el efecto que causa en las chicas de aquí, un rubio inglés entre un montón de morenos mediterráneos. Lejos de subírsele a la cabeza, se lo toma a broma. No le gustan las chicas españolas, le parecían muy simples, no más que las inglesas pero casi. Y ahora además les había dado por escuchar esa horrible música latina ordinaria. Se repelía aún más.

La vecina iba al instituto público, seguro que era como las otras. Sin embargo algo en su mirada le hace replanteárselo cada vez que la ve, también ayuda haberla visto con camisetas rockeras, pero seguro que ni sabe a quien lleva escrito. Igualmente no quiere juzgarla antes de haber hablado nunca con ella. Sin quitarse ese tema de la cabeza abre la mochila y la llena de bolsas de patatas y todas las porquerías de ese estilo que encuentra, hoy va a darse a la buena vida.

Cuando termina, se despide de la casa y sale cerrando la puerta con llave. Se queda parado un momento en frente de la puerta del ascensor y recuerda las palabras de su madre: <<nunca uses ese trasto, Ross, cualquier día se parará y te quedarás encerrado>>. Ross se queda quieto unos segundos, luego se encoge de hombres y entre en el cubículo de un metro y medio cuadrado, <<seguro que por una vez no pasa nada…>>. Le da al botón del piso de recepción y espera viendo como las puertas se cierran. Cuando queda poco más de cinco centímetros, una mano se interpone y hace que las puertas vuelvan a abrirse. Conforme van dejando más espacio, puede encontrarse con la incómoda mirada de la chica de los vecinos.

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